El niño autista

EL NIÑO CON TEA (Trastorno de Espectro Autista) Y EL PERRO DE TERAPIA O DE SERVICIO

Los perros poseen una capacidad innata por la cual interpretan nuestros sentimientos, intenciones y emociones. Esto nos sirve de gran ayuda a la hora de poder realizar terapias con su colaboración.

Generalmente, los niños con espectro autista se muestran más dispuestos a colaborar con el perro que con el adulto. El lenguaje corporal de los perros lo identifican como algo más simple y menos complejo que el que empleamos los humanos en nuestras relaciones.

Ya se puede hablar de experiencias exitosas al introducir en familias a perros de asistencia para colaborar en el desarrollo integral de niños con TEA (Trastorno de Espectro Autista).

Los estudios realizados demuestran que la interacción y convivencia con perros favorecen la aparición de conductas positivas y disminuyen los episodios de agresividad.

Estos estudios versan entre dos opciones terapéuticas con el perro:

– Como perro de terapia: el niño con espectro autista recibe de forma directa tratamientos psicoeducativos, sociales y comunicativos, mediados por un perro coterapeuta.

– Como perro de servicio: el perro recibe un adiestramiento especializado con el fin de ser integrado en la vida cotidiana de las familias con niños con espectro autista.

En los resultados de los estudios en los que se emplearon perros de terapia, se confirmó que cuando el perro se utilizaba como mediador de las actividades entre el terapeuta y el niño, el porcentaje de respuestas positivas a las instrucciones pasaron de un 20% a casi un 80%. También se observó que los niños realizaban mayor cantidad de contacto visual, tanto con el terapeuta como con el perro.

En cuanto a habilidades sociales, tras 8 semanas de terapia, los niños mejoraron las habilidades para responder a estímulos novedosos y su capacidad para interactuar con ellos.

En relación a los resultados obtenidos con perros de servicio, se comprobó su eficacia para ayudar al niño en funciones domésticas: recoger juguetes, hacer la cama… y lo más importante, apoyarlo en episodios de crisis violentar o de ansiedad.

Otra aportación importante de los perros de servicio es evitar «fugas».

Durante las caminatas el niño lleva un anclaje al pecho que porta el perro y que a su vez va sujeto por una correa que sostiene el adulto unos metros más atrás. Esto facilita la movilidad, independencia y autonomía del niño. Si el niño trata de salir corriendo y «fugarse», el perro adopta la posición de «anclaje» impidiendo que el niño pueda huir y concediendo el tiempo necesario para que el adulto se percate e intervenga.

Aún así la función primordial del perro de asistencia es la de brindar un espacio de autocontrol o contención emocional y afectiva al niño con trastorno de espectro autista. Existen ejercicios que facilitan la relajación y la calma del usuario. Se sabe que el contacto físico con otro ser vivo produce mayor liberación de oxitocina, la cual provoca la sensación de calma, confianza y apego.

También se ha comprobado que el dormir acompañados de su perro de asistencia facilita una conciliación del sueño, el sueño es más prolongado y generan menores niveles de cortisol (hormona del estrés), al despertar. Lo que nos ayuda a que el niño mejore su comportamiento durante el día y, por tanto, sus procesos de socialización, comunicación y expresión de emociones y sentimientos, se vean favorecidos.

A modo de conclusión se pueden destacar las siguientes observaciones familiares:

– los niños habían disminuido sus niveles de ansiedad y estrés y sus «rabietas» habían sido mucho menores y la intensidad de éstas.

Estos factores facilitan en gran medida un mayor bienestar familiar y ambiente más propicio para potenciar el desarrollo integral y de las capacidades del niño con trastorno de espectro autista.

Pilar Fraga

Responsable de Terapias Asistidas con Perros en la Escuela Sisoucan